miércoles, 9 de abril de 2014

Crisis & Niños

Hace poco leía un artículo de Helena Figuerola, una maestra de la investigación cualitativa con niños  que mantiene un blog la mar de interesante y una de las personas de las que aprendo siempre. En el mismo sostiene que los  efectos de la crisis económica están influyendo en aquel niño/a caprichoso y consumista de 5 años atrás. Y la influencia no es solo en una reducción del gasto propio si no también en la capacidad decisora del niño y en el cambio de conducta que la ausencia económica genera por que ante las peticiones insistentes ,el niño, ahora,  recibe respuestas del tipohoy no puede ser o elige esto o esto, todo no y estas son aceptados positivamente, por lo que su actitud frente al consumo empieza a ser otra más racional, observamos niños más pacientes, colaboradores y permeables al pacto.

Es obvio que la crisis también nos ha traído una multiplicación de los problemas familiares, es decir, además de los ya conocidos, ahora nos encontramos a familias de clase media  que se ven con graves problemas económicos y que se encuentran eliminando las extra escolares, intercambiando y reciclando  la ropa, las vacaciones son como máximo en el pueblo y se recorta en alimentación. 
La observación psicológica al respecto es que contra más sufrimiento económico peor se manejan los mensajes, por un lado se quiere ocultar la realidad para proteger al niño y por otro se trasmite la angustia, con la resultante frustración en el niño potenciadora de violencia futuraY ante ello, Helena Figuerola  nos dice que debemos cuidar el lenguaje- fundamental en la educación de los niños-  porque lo que decimos aunado a lo que sentimos será la base de sus creencias, por lo tanto pilares de su conducta. Es necesario parar y reflexionar sobre los mensajes que trasmitimos a nuestros hijos o alumnos sobre la crisis, sobre el camino que estamos recorriendo, y sobre el futuro al que queremos llegar. Sabemos a dónde vamos? este es un ejercicio necesario.

Los mensajes y las emociones son conjugados al unísono en los oídos de  los niños  pues tienen un radar potentísimo, escuchan el ya no vas a ir a fútbol junto a la carga negativa emocional nuestra. Si los padres manejaran sus mensajes positivamente y sus emociones,  el fin educativo sería positivo en cualquiera de los casos desde el niño que no se le compra la chuchería diaria, al que ya no puede ir a extra escolares o al que ha de compartir su ropa. Ha de haber una generación bisagra que tome conciencia del antes, de lo que ya no es válido, y del mañana, de lo que queremos que sea el futuro, generación de padres, maestros e instituciones que de manera ex profeso sepan trasmitir qué mensajes, qué valores, qué pautas de comportamiento son los idóneos para este nuevo proyecto de vida al que nos enfrentamos y debemos de construir. Si estamos esperando que regrese el pasado esta actitud nos inmoviliza y nos impide ser creativos.

Figuerola cree en la necesidad de estimular la conciencia de los niños respecto a otros valores más allá del dinero, disfrutar del esfuerzo, crear  otras formas de trueque, incluso sentir otra perspectiva del confort y sobre todo reformar el sistema económico desde la base.



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