“¿Puedo jugar con la tablet?” ¿Cuántas veces nuestros hijos o sobrinos
nos han pedido un juego con el que poder jugar en los dispositivos móviles? Un
juego con el que entretenerse, interactuar, e incluso compartir con el adulto.
Hay mucha demanda, pero cada vez hay más oferta. De un tiempo a esta
parte es una preocupación creciente de los padres el instalar aplicaciones de
calidad que puedan disfrutar los más pequeños, pero cada vez más y más apps
inundan las stores y cada vez es más difícil elegir de entre todas cuál se
adapta mejor a las necesidades de hijos y padres. Ahora mismo es un reto para
un creador de apps poder hacerse hueco entre esta vorágine y destacar para que
su producto sea el más rentable, el más exitoso, o el mejor valorado.
Así, cada app debe competir por tener más estrellas, por ser más
vistosas, por tener los mejores comments de unos usuarios cada vez más
selectivos que comprueban las opiniones antes de realizar la descarga o compra.
Hace un mes hemos podido ver a través de Frikids que
ya se comercializa la interesantísima herramienta Ender Metrics, que mide y analiza el
aprendizaje de los niños en apps infantiles, y esto nos ha hecho reflexionar
sobre qué aspectos buscan en una app tanto padres como hijos.
¿Qué buscan los padres en
una app para sus hijos?
En primer lugar cada vez toma más importancia que sea educativa o desarrolle habilidades. De alguna manera se
busca una rentabilidad en la descarga, más allá de que el niño se entretenga.
Por ello, la relación calidad-precio
es muy valorada, y de esta manera los padres no suelen hacer ascos a pagar por
una app para sus hijos antes que para una que vayan a utilizar ellos mismos
siempre y cuando esta calidad-precio compense.
El diseño no siempre es la clave, pero unas bonitas ilustraciones, un diseño limpio e intuitivo, ayuda a dar el primer guiño que seduzca
al usuario.
Que no le consuma mucho
tiempo al
niño y que marque los tiempos de
juego es vital. Un juego adictivo y
eterno tiene todas las papeletas para que a la primera oportunidad el
progenitor la desintale ipso facto. Aunque a veces se cometa el error de dejar
a las tablets como niñeras, a todo padre le gusta que su hijo disfrute del juego en el mundo real, y de hecho, las apps que empiezan a unir ambos mundos
mediante la realidad aumentada están teniendo buenas valoraciones. Mirad, sin ir más lejos el weareable de Hybrid Play en este video:
Por supuesto el niño tiene que disfrutar
de la app y manejarla solo, si no ¿para qué bajarla? Y para ello debe ser segura, prefiriendo que no tenga
anuncios ni compras Premium y un buen
control parental. Pero también cobra importancia que la app mantenga una
puerta abierta para que el adulto pueda
acompañar al niño si así lo desea, pudiendo disfrutar de compartir un
momento divirtiéndose juntos.
Finalmente existen otros pluses que entran dentro de un control adaptado. Es decir, la
posibilidad de subir, bajar o quitar el sonido, subtítulos, idiomas, o
adaptación a discapacidades.
¿Qué buscan los niños en una
app?
Es básico, pero hay que decirlo:
que sea divertida (aunque eso tan solo es el primer peldaño). Una vez que
conocen la aplicación, los niños buscan los retos y el descubrir y experimentar emociones y situaciones de la vida cotidiana.
Así, conectar con los personajes o con las acciones que realizan, bien porque
las reconozca como algo cercano o porque sea aspiracional.

La creatividad y la monotonía van extrañamente de la mano.
Por un lado, la primera es muy valorada y buscada, pero cuanto más pequeños
son, la monotonía ayuda a que se sientan en un entorno seguro, en el que saben
lo que va a pasar, en el que sienten que no va a salir nada mal.
Para finalizar, y aunque parezca una tontería, el icono de la aplicación influye mucho. Que sea colorido, o que
simplemente tenga un animalito ya te da puntos para que el niño pida a su padre
abrir una aplicación antes que otra.
La fórmula mágica
¿Hay una fórmula mágica? Por supuesto que no. No es raro encontrar
aplicaciones de lo más sencillas, con malas ilustraciones y prácticamente
carentes de contenido que fascinan a grandes y pequeños (véase cómo comenzó el fenómeno Pou),
y apps de grandes presupuestos que se quedan en nada. Al final, la fórmula,
aunque no es exacta, pasa por crear y medir, crear y medir, de manera que con
cada intento aprendamos algo nuevo, y por supuesto, del elemento meramente “circunstancial”,
es decir, presentarse en el sitio adecuado en el momento adecuado.
¿Qué ejemplos conocéis vosotros?
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