Dejando a un lado las reflexiones más moralistas, es evidente que esta campaña es redonda y cumple 100% los objetivos. Por un lado descargar a los padres de tener que estar pendiente de sus retoños mientras realizan cualquier tipo de transacción, dejándoles tranquilos sabiendo que van a estar cerca, atendidos, y entretenidos. Por otro, acercar a lo niños el concepto de banco o de cajero, mediante juegos y recompensas.
Sin duda, una inversión de futuro
que no debería quedarse sólo en esta campaña si realmente se quiere potenciar
la generación de una buena imagen empresarial a largo plazo en la mente de los
más pequeños, para que, cuando sean adultos consumidores, se acuerden de esta
entidad que supo acercarse a ellos, ponerse a su altura y generarles un
beneficio a cambio de muy poco: su atención.
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