martes, 25 de marzo de 2014

Escúchales y ellos te dirán cómo venderles

[Perla estaba con sus padres en Port Aventura. En una atracción había altura límite, así que el vigilante le dijo a Perla: No puedes subir porque eres una niña. Y Perla le contestó: No soy una niña, soy una mujer con problemas de crecimiento.
Perla, 6 años]

En la década de los sesenta, pensar que los niños podían constituir un mercado producía risa. James McNeal tuvo que esperar al menos una década para que el tiempo le diera la razón y para que las empresas aumentaran el volumen de inversión destinado a los productos infantiles. Hoy, es ampliamente aceptado el hecho de que los niños influyen de una u otra manera en más de la mitad de las decisiones de compra de sus progenitores[1]. Y no sólo en los Estados Unidos, sino también en nuestro país, donde desde la década de los 90, el mercado infantil ha ido creciendo de forma paulatina hasta alcanzar un tamaño considerable.

La maternidad cada vez más tardía, la incorporación de la mujer al trabajo, el aumento del número de hijos únicos o el fuerte incremento del poder adquisitivo de las familias condicionaron un consumo masivo al que de forma constante se ha ido incorporando el segmento infantil, hasta adquirir un gran protagonismo. La homogeneización en las relaciones entre padres e hijos y el sentimiento de culpa por parte de unos padres que cada vez pasan menos tiempo con sus hijos sitúan a éstos en el centro de atención familiar, y los dotan de un mayor peso en las decisiones que se toman en la familia, entre ellas y especialmente las decisiones de consumo. De este modo, el poder de decisión y prescripción de los niños es cada vez mayor a la hora de comprar. Se han convertido en el eslabón perfecto entre los anunciantes y las familias. Las marcas, conscientes de ello, ven en los más pequeños no sólo los consumidores de facto que son hoy, sino el enorme mercado de futuro que representan.

No en vano el colectivo infantil está formado por cuatro millones y medio de consumidores (entre los 4 y los 14 años) (Instituto Nacional de Estadística.-proyección censo 2012) y  Y las compras que realizan con su asignación semanal o paga asciende a  21 millones de euros  (Muriel y Ruano, 2002:37) y su poder adquisitivo está valorado en 173 millones de euros,(entendiendo no solo la paga sino también el dinero-esos 50 céntimos o ese euro- que los padres dan para que los chavales compren antes, durante o después del cole. Claro que hablamos solo de España, pero en el mundo los niños entre  ocho y catorce años gastan e influyen un total demás 1,2 trillones de euros. 



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